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Me defino como artista visual. Me siento más cómodo definiéndome como tal para poder expresar todas mis inquietudes mediante todos los formatos que uso. Mi trasfondo proviene del mundo del diseño gráfico, y luego desarrollé mis capacidades como fotógrafo. Durante los últimos dos años trabajo más en encontrar una identidad acorde al material que produzco y ello me ha llevado a un proceso creativo que ha resultado muy introspectivo. Creo que todo proceso creativo revela una parte de uno mismo; crear conlleva producir algo desde un propio punto de vista y por eso se convierte en un dialogo interno que puede contar cosas que uno no sabe.

Mis proyectos más prematuros siempre se han basado en ideas pinchazo emocionales. Cuando pasas la adolescencia quieres cambiar y redescubrirte, crecer, reafirmar tu identidad, hasta que te hartas de que todos los cambios te lleven a los mismos ciclos y entonces lo único que quieres es estabilizar y crecer en una misma dirección, dejar de cambiar, y eso ha sido una gran fuente de inspiración. Todo este exceso de sensaciones y emociones al que no sabía cómo sacarle provecho se convirtieron en mi material base.

Aprender a canalizar frustraciones, emociones y sufrimientos me hizo darme cuenta de que quizás el material que produzco de forma espontánea o involuntaria está intentando comunicar algo. Especialmente con la fotografía creo que se convierte en una lenguaje muy evidente. El qué y el cómo fotografiar cuentan más de lo que uno a veces sabe, hay mucha psicología detrás de como saber leer una fotografía. Ya sea por tonos, formas o iluminaciones o simplemente fotografiar a alguien de cerca o de lejos, de perfil o de frente. Esto me fascinó tanto que empecé a preguntarme por que me gustaban los tonos fríos desaturados y las luces suaves en un fundido negro, fotografiar sujetos esperando, de espaldas, encuadrar todo en el centro de la imagen. En base a ello desarrollé la narrativa visual y creé un diálogo entre mis emociones y mis imágenes, con tal de desvelar un mensaje oculto para mi mismo, adaptando mis proyectos como una terapia cognitiva.

Cuando empiezo un proyecto, consciente o no de ello suelo trabajar mejor a largo plazo. El tiempo crea un desarrollo y una progresión que me ayuda a alimentar mi propia motivación. Siempre me han apasionado los procesos creativos. Es como un juego lleno de pistas y misterios por resolver, y solo tienes que hacerte las preguntas adecuadas.

Sigo consolidando mi propia identidad, creo que aún estoy en procesos de incubación y conceptualización con mi propio yo y es algo que ya no me produce frustración, es más, me apasiona, y por eso mis nuevos proyectos están enfocados en ello. Estoy aprendiendo a adoptar formas que estimulen mi concentración mediante la creatividad. A veces hacer lo que uno dice y acabar lo que uno empieza se vuelve algo odisíaco, tener un compromiso propio con mis proyectos es elemental para llevarlos a cabo y por eso encontrar el proceso adecuado para cada uno es una fase esencial para desarrollar el máximo potencial de uno mismo.

Mis proyectos:

https://issuu.com/lucasamillano/docs/wonderwhereweland_vchaptred

En cuanto a narrativa visual, mi primer proyecto con el que me puedo definir mejor es Wonder where we land. Creo que es mi primer proyecto sólido y cerrado después de un largo proceso que consigue definir como me siento mediante mi propio lenguaje. La idea surgió una noche, creo recordar que fue en junio de 2015, al encontrar una carpeta con fotos de una anterior relación que llevaba casi un año sin ser abierta. En esa carpeta habían viajes, rutinas y cientos de fotos; me sorprendió que después de tanto tiempo no me hubiese parado a mirar en ella, y mientras veía todas esas imágenes recordaba cómo me sentía en cada momento, desde una perspectiva más serena. Empecé a ver que había cierta comunicación entre diferentes imágenes, y en cuestión de minutos tracé una historia, un viaje. Una cartografía emocional. Me alimenté de esa sensación de desubicación que tuve durante esa relación, y convertí sentimientos negativos y abstractos en algo positivo, casi físico capaz de ubicar en un mapa que me ayudó a comprenderme.

https://21.hotglue.me/lessonsabouthowtotakecare/

Otro proyecto con el que me veo muy reflejado es Lessons about how to take care. Se trata de un fotoreportaje sobre mi abuela y la lucha contra la demencia que lleva ya casi 4 años incubando. Empezé a fotografiar sus rutinas y hábitos para ayudarle a recordar su propia identidad. Era algo cercano. Mi fondo procedente del mundo gráfico tenía ideas muy diferentes a la hora de hacer proyectos, y quería hacer algo práctico, útil y visual para mi Abuela. A mesura que pasaban los años y la demencia adoptaba nuevas fases el tipo de fotografías que tomé maduró con migo. Mis puntos de vista y formas de entender las cosas cambiaban a lo largo del proceso, y eso me ayudó a entender. Mi abuela siempre ha tenido un carácter fuerte y una identidad peculiar, y pasé de idealizar su imagen a explicar lo que estaba pasando en su vida de forma un poco más cruda. Experimentar cambios y aprender de ello ha sido muy gratificante, en parte siento que el proyecto no está acabado porque creo que aún puede revelarme cosas que aún no se, como por ejemplo el haber iniciado un proyecto así quizás con la intención de compartir más tiempo con familiares.

https://21.hotglue.me/virtualpresence

Después de estudiar Documental Creativo y Fotografía Contemporánea en el centro de fotografía documental de Barcelona me sumergí en proyectos con un poco más de fondo y contexto, con una estructura más amplia que mis propias emociones. Al estar tan conscernido con la identidad y la introspección, acabé creando mi primer webdoc llamado A virtual presence.

Reciclé viejos conceptos de anteriores ideas para proyectos que me habían aportado ambición y ego para autodefinirme y crear quien quería ser. Fué a finales de 2014 cuando creé un proyecto basado en mis hábitos y mi identidad llamado 21. En una fase donde transcurre quien eres y quien quieres ser cuesta delimitar tu propia identidad, buscaba autoexigencia para poder encontrarme y marcar rumbos. Descubrí la teoría de los 21 días, que fue descrita en 1960 por elpsicólogo Maxwell Maltz, que propone tomar 15 minutos al día, a la misma hora y en el mismo lugar para cualquier nuevo hábito que se desee tener y es importante continuarlo hasta que se cumplan los 21 días consecutivos de práctica inequívoca. De esta manera se genera un cambio perceptible en la persona. Trazar una rutina y una constancia era algo que no parecía fácil al tener una mente tan dispersa. En esa época procrastinaba tanto que sin darme cuenta alimenté mis aspiraciones basadas en frustración. Adapté el método de los 21 días en diferentes aspectos que quería cambiar de mi mismo, y me sorprendió ver que soy capaz de tanto. Este proceso trazó mi metodología a día de hoy para crear proyectos y concentrarme plenamente en ello.

En el caso de A virtual presence, me impuse en una cuarentena de 21 días sin redes sociales ni smartphone. Creo que todo el bombardeo visual y el úso rutinario de redes sociales puede llegar a nublar mucho la identidad de las nuevas generaciones. No es igual para todo el mundo, pero me parece una olla a presión de identidades y ego. Nos sentimos cómodos con nuestros perfiles que reafirman quienes somos mostrándonos a los demás a la merced de la aceptación de la sociedad. Siento que esta necesidad social puede llegar a crear una cierta agonía y ansiedad; me apasionó encontrar casos y proyectos tan reveladores entorno a estos temas durante ese paréntesis y decidí recopilar todo en un formato documental web. Borré mi concepción gráfica como proyecto y redacté mis pensamientos y referentes, al final del proceso añadí también como viví el transcurso de los días y las conclusiones que saqué de él.