La raíz de todos estos conceptos proviene de la necesidad inventada.
Las tecnologías surgieron como herramientas sofisticadas para facilitarnos nuestras acciones, como si de nuevas extremidades se tratase.

Vivir sin presencia virtual hoy en día es algo de lo más peculiar.
No es algo imposible, pero nos mantiene alejados de la sociedad y la información. Es una costumbre convertida en necesidad, de uso diario y constante, el querer saber y querer entender. Sería interesante pues, ver como readaptamos estas necesidades. Recalificar su uso. Para poder entender esto mejor, creo que es necesario aislar los factores que lo producen, es decir, los medios de exposición de nuestra propia imagen "no real/presencial". Analizar como somos si no lo exhibimos y que valor adopta al realizar nuestros actos sin pensar en la exposición de ello, dando lugar a un vacío donde el propio espectador también aportará una serie de cuestiones, jugando un papel esencial en este proyecto, ya que serán los únicos capaces de determinar esa ausencia.

Los factores engloban tanto las redes sociales como la comunicación instantánea, todo acto informativo sobre nosotros mismos. No se trata de eliminar la huella virtual, si no de hacer un paréntesis donde contemplar otras capacidades de comunicación y ver sus variantes. Para facilitar esto se ha procedido a desinstalar temporalmente todas las aplicaciones que otorgan acceso a las redes, a vivir no solo sin dar información si no a no recibirla también. El objetivo no es aislarse, si no readaptarse, contemplar el vacío de forma objetiva. La única herramienta permitida durante este proceso será el correo electrónico y excepcionalmente las llamadas telefónicas/sms. Se trata de no dejar huella digital, de eliminar la presencia.

Buenos días,
30 minutos más por favor

we hope to see you.
again.
soon.

Como si de un hábito se tratase, se ha delimitado este paréntesis de desconexión en un periodo de 21 días, que según Maxwell Maltz, es lo que tardan el cuerpo y la mente en adoptar nuevas costumbres.

Este proceso no está basado en obtener como resultado una reformación del uso de la tecnología.
Es más bien un experimento, donde observar. Tener en cuenta los factores expectados antes de realizarlo y los de después.

Este proyecto ha revelado mucho a nivel personal, de forma introspectiva, sobre que quiero contar y por que. Que me hace ser quien soy, que me define, o cómo me autodefino.
La parte más relevante, "la idea pinchazo" ha sido la comunicación. Este experimento se basa en ella, y no habría servido para nada sin ponerla a prueba.

EL SABER

ANSIEDAD

IDENTIDAD - EGO

Unos días en familia

¿Donde estás? Una madre preocupada

Un poco ausente, ¿va todo bien?

Nueve de cada diez jóvenes consultados a escala global comprueban sus smart phones cada mañana como parte del ritual cotidiano que también incluye el aseo personal.

Recuriendo a mi entorno básico más cercano, he empezado por observar el uso rutinario de la herramienta motora de nuestra presencia virtual, el smartphone. En muchos casos son lo primero y lo último que vemos, o en lo que pensamos, cada día; nos dan las buenas noches y los buenos días, sin prisas. A nivel personal ha sido el primer hábito a contemplar, pues modificar la forma de empezar y acabar el día lo puede cambiar todo.

El primer documento del proyecto fué la captura de pantalla al desconectarse de Facebook.
Esto ha significado no dar información y también no recibirla. Toda esta masa de gustos y medios de comunicación que de repente ya no está prefabricada, ha sido recuperada de forma "manual" para saciar la primera necesidad: Saber que está pasando, conectar.
Previamente, antes de empezar este experimento, se han recopilado 887 páginas de género artístico/gráfico de mi propio perfil. Se trataba posiblemente de mi mayor conjunto de referentes, y su único sitio, donde poder clasificarlos y buscarlos, era Facebook. Como ejercicio personal se imprimió una lista completa, para poder ver lo que conocía realmente de toda esa información y investigar y buscar intereses con otro mecanismo fuera de las redes sociales.

Al redescubrir artistas olvidados en este listado, he acabado entrando nuevamente en Facebook, pero sin iniciar sesión ni poder acceder a otros perfiles.
De hecho, Facebook te da un margen de tiempo en el que poder navegar en esa página sin estar conectado. Esto ha sido un problema en casos en los que estas páginas no tienen otro medio o soporte virtual.

El smartphone se ha usado durante un total de 16 días, sin ninguna red social o aplicación que pueda dar un registro de actividad o presencia a nivel social. Como alternativa para acceder a la información, se han creado accesos directos a páginas web, revistas y blogs que solo tenía costumbre a visionar por redes sociales.

La única excepción en la que ha habido uso de redes sociales ha sido en el ámbito musical. En esta solo se ha captado información, de forma pasiva, sin dejar huella de forma pública.

También se creó una playlist privada, para poder "autocompartir" con uno mismo la música que habría compartido cada día.

El primer mensaje recibido en mi perfil fué enviado durante la primera semana. Este ha sido el primer ejemplo donde plantear si no estar presente de forma virtual significa no estar vivo para algunos.

El segundo hábito a contemplar ha sido tener este objeto encima. Una piedra con el mismo peso que el modelo de smartphone usado.

Ser consciente de que lo tengo todo antes de salir de casa,aunque solo sea con un placebo de 124 gramos substituido por una piedra, ha sido esencial para regularizar una ansiedad que se ha echo presente.

El incremento de consumo y alimentación han sido los primeros efectos de análisis.

El experimento ha dado lugar a ver también los funcionamientos de whatsapp, que al parecer no dejan enviar un mensaje pasada una semana de inactividad en la aplicación cuando no está instalada en ningún dispositivo. Al abrir la aplicación después de un total de 23 días, en lugar de recibir una masa de chats, los mensajes llegaron poco a poco y de forma desordenada e incluso incompletos.